jueves, 3 de julio de 2025

 NOCIONES SOBRE NÚMEROS PERFECTOS

Antonio Soliño Vidal ©


Antes de entrar a analizar los números perfectos, cabe hacer una introducción respecto a los números primos, que son los pilares de aquellos.

Todo número primo es aquel número entero positivo que solamente puede ser divisible exacto por sí mismo y por la unidad. Así, por ejemplo, el 5 es número primo porque sólo lo divide el mismo 5 y el número 1. Por el contrario, el 12 no es primo porque, aparte de ser dividido por el mismo 12 y el 1, también lo dividen los números 2, 3, 4, y 6.

El teorema fundamental de la aritmética establece que cualquier número entero positivo puede expresarse como producto de números primos, que son sus divisores. Tomemos como ejemplo el 28; aquí vemos que el 28 es el producto de 2 x 2 x 7. Si tomamos el número 69, se puede verificar que es igual a 3 x 23. Y de igual forma cualquier número entero positivo, cuyo resultado siempre será el producto de dos o más números primos.

Ahora bien, los números primos presentan una distribución aleatoria; es decir, no se encuentran distribuidos de manera periódica ni predecible. El problema de que aún no se haya obtenido una “fórmula” que funcione a priori y sólo se descubran “a pulmón”, queda evidenciado por el hecho de que hay que calcular los números impares uno por uno para ver si aparece algún número primo desde el último primo conocido. Y así, hasta el infinito. El uso de programas de computación ha facilitado los cálculos para tal complejidad de operaciones, pero nada tiene que ver con obtener la famosa “fórmula”.

Los números primos tienden a distanciarse a medida que se hacen de mayor valor, y a contrario sensu estarán más cerca entre sí cuanto más cercanos estén del número cero.

 

Por otro lado, los números perfectos son aquellos enteros positivos que igualan a la suma de sus divisores propios (los menores al número considerado). Así, el número 6 sólo es divisible por 1, 2 y 3, y a su vez 6 es igual a 1 + 2 + 3; por lo tanto, 6 es un número perfecto.

Otro ejemplo de número perfecto es el 496, ya que es igual a la suma de todos sus divisores propios. Veamos: 496 = 1 + 2 + 4 + 8 + 16 + 31 + 62 + 124 + 248.

Pero la gran mayoría de los números no reúne esta condición; por lo tanto, no son perfectos. Como simple ejemplo, el 12 no es perfecto pues es menor que la suma de sus divisores: 12 < 1 + 2 + 3 + 4 + 6. El número 15 tampoco es perfecto pues es mayor que la suma de sus divisores: 15 > 1 + 3 + 5.

Al igual que los números primos, los números perfectos tienden a distanciarse a medida que se hacen de mayor valor, y mantienen más frecuencia entre sí cuanto más cercanos están al número cero.

Hasta hoy, se conocen solamente 51 números perfectos y el último conocido está tan alejado, es tan grande, que cuenta con 49.724.095 dígitos.

Euclides
(ca. 325-265 a.C)

Ahora hagamos un poco de historia. Euclides fue un matemático que se estima vivió entre los años 325 a.C. al 265 a.C. [1] Observando los primeros cuatro números perfectos pares conocidos en ese entonces (6, 28, 496 y 8.128), dedujo que eran dados por la ecuación 2𝑛−1 (2𝑛 − 1). Si en esta ecuación de Euclides, le damos a la incógnita n el valor del número primo 3, obtenemos el segundo número perfecto, 28:

2𝑛−1 (2𝑛 – 1) = 23 – 1 (23 − 1) = 22 (23 − 1) = 4 (8 − 1) = 4 x 7 = 28

Mucho después, en el siglo XVIII de nuestra era, el matemático suizo Leonardo Euler (Leonhard Euler) [2] demostró que todos los números perfectos pares vienen dados por esa ecuación de Euclides.

Leonhard Euler
(1703-1783)
Pero hasta nuestros días, no se conoce la existencia de números perfectos impares, ni tampoco se demostró su inexistencia. Aunque se dedujeron algunos resultados parciales. Veamos:

• Si existen números perfectos impares, deben ser mayores a 10.300.

• Deben tener 8 o más factores primos, y si no es divisible por 3 debe tener al menos 11.

• Uno de los factores tiene que ser mayor que 107, otros dos mayores a 10.000 y tres mayores a 100.

 

En el trabajo que se presenta seguidamente, “Números Perfectos Impares”, se hace un análisis de los números perfectos y se llega a la conclusión de que se descomponen en sólo dos factores primos, donde cada uno está relacionado con la suma de divisores del otro.

De modo que todos los números perfectos por tener únicamente dos factores deben ser necesariamente pares, por lo que quedan descartados los números perfectos impares.

 

Ver el siguiente enlace:

https://drive.google.com/file/d/1zCzpUqTWMiNJDGShNgS_AmmSKSFpwbz_/view?usp=drive_link

que incluye el trabajo “Números Perfectos Impares”, que se halla inscripto en el Registro Central de la Propiedad Intelectual de España como obra científica, bajo el número de asiento registral 00 / 2025 / 2603, de fecha 3/4/2025, de acuerdo a la Ley de Propiedad Intelectual (Real Decreto Legislativo 1/1996, del 12/4/1996).

 

Referencias:

[1] Euclides desarrolló su trabajo en Alejandría (antiguo Egipto) en tiempos de Ptolomeo I Sóter (323 - 283 a.C.).

[2] Leonardo Euler o Leonhard Paul Euler (Basilea, Suiza; 15/4/1707 - San Petersburgo, Imperio ruso; 18/9/1783).

 

 

NUEVOS COLABORADORES

 

ANTONIO SOLIÑO VIDAL


Nació en Aldán - Cangas de Morrazo (Provincia de Pontevedra, Galicia), España en 1945. Licenciado en Ciencias Meteorológicas por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y en Ciencias Físicas por la Universidad Complutense de Madrid. Fue docente del Departamento de Meteorología de la UBA (1974-79); meteorólogo de la lucha antigranizo en la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales 
– CNIE (1976-1978) y meteorólogo en el Instituto Nacional de Ciencia y Técnica Hídrica – INCYTH (1978-79), ambos de Argentina; meteorólogo en la Fundação Educacional de Bauru, San Pablo, Brasil (1979-1980); docente e investigador en tormentas severas y tornados del Departamento de Meteorología de la UBA (1981-1989); analista predictor de la Agencia Estatal de Meteorología – AEMet (1990-2014), en Palma de Mallorca, Islas Baleares, España, donde reside. Vivió unos treinta y siete años en la Argentina, donde cursó su educación primaria, secundaria y universitaria, su esposa es argentina y su hijo también. Tiene además varios amigos argentinos, con algunos de los cuales compartió de joven su pasión por el ajedrez.

antonio.solino@gmail.com